En esta entrada se muestra por fin un racha buena para la Romería, tras recorrer su dilatada historia a través del tiempo, pasando unos tiempos difíciles y otros mejores, se presenta la época tras la Guerra Civil, una época de consolidación y reafirmación de la fiesta.
Al término de la Guerra Civil, se estableció en España la Dictadura militar del general Franco. El nuevo régimen, al reconocer como oficial la Religión Católica, tan perseguida durante la Segunda República, contribuyó poderosamente al resurgimiento de las manifestaciones religiosas populares, entre ellas, la Romería de Valme.
También jugó un papel importantísimo en este resurgimiento la enigmática y controvertida figura del cardenal Pedro Segura y Sáenz, que rigió los destinos de la Archidiócesis hispalense desde 1937 hasta 1957. Durante su pontificado, se organizaron magnas procesiones solemnes en Sevilla. Así ocurrió, por ejemplo, en 1949, 1946, 1948 y 1950. En efecto, Segura convirtió Sevilla «en escenario obligado de una sucesión ininterrumpida de novenas, triduos, quinarios. […] Las festividades religiosas tradicionales de la ciudad encontraron en el cardenal Segura a un ardoroso defensor.»
Todo ello repercutió en un aumento de la devoción popular que hizo posible el desarrollo de todos los grupos y las asociaciones de carácter religioso, tales como la Acción Católica. En este marco se encuadra la evolución de la Romería de Valme durante estos años que coinciden, prácticamente, con la Posguerra.
Durante la década 1940, el hecho más notable de la Romería quizás sea el ambiente de devoción y recogimiento con que se celebró. No se perdieron, desde luego, la animación y la alegría características de este tipo de fiestas, pero tampoco podemos olvidar la penosa situación en la que s encontraba España después de la contienda civil.
En estos años, es casi ininterrumpida la asistencia de las infantas Dª. Esperanza y Dª. Dolores de Borbón y Orleans. Esta última residía por entonces en Dos Hermanas y fue nombrada Camarera Honoraria de la Virgen de Valme en 1942. Otras personalidades que también asistían eran los gobernadores civiles de la provincia y, sobre todo, los miembros de la Diputación Provincial de Sevilla, que, como propietarios del Cortijo de Cuarto, recibían a la Virgen en la entrada del Cortijo.
La organización de la Romería era muy similar a la de años anteriores, pero si es destacable cómo de va retrasando, poco a poco, la hora de la llegada al Cortijo de Cuarto, así como la de la entrada en Dos Hermanas. También fue aumentando en presupuesto de la Romería, que, en 1945, se aproximaba a las veinte mis pesetas.
La carreta de la Virgen fue cambiando progresivamente hasta adoptar el modelo actual de flores de papel a finales de la década de los cuarenta. En este período, el exorno corría a cargo de Manuel González Carod, Luis Justiniano Guitard y José Salguero López. Las demás carretas fueron evolucionando también, sobre todo, de la mano de José Caro Arias.
Del ano 1942 se debe destacar la publicación de una revista titulada «Romería de Valme». Constaba de treinta y dos páginas y llevaba una expresiva dedicatoria a la infanta Dª. Dolores en su primera página.
En 1946 la Romería fue suspendida por orden expresa del cardenal Segura. Con esta medida, pretendía realzar lo más posible la celebración de las Santas Misiones Marianas cuyo fin era el de preparar la solemne declaración de la Virgen de los Reyes como Patrona de la Archidiócesis hispalense. Para ello, prohibió la celebración en la diócesis de cualquier otro acto que pudiera restas importancia a la efeméride antes mencionada.
Por otra parte, en 1948 de conmemoró el VII Centenario de la Reconquista de Sevilla por el rey San Fernando. Con este motivo, se acometieron obras de restauración en la capital, se inauguraron nuevas obras públicas en los pueblos de la provincia, se realizaron veladas literarias y se publicaron revistas y libros especiales sobre la tradición fernandina. Finalmente, se celebraron dos magnas procesiones en la capital: la del Santo Entierro en Semana Santa y la de imágenes fernandinas el día 23 de noviembre. En esta última tomó parte la Virgen de Valme, llevada con tal fin a la Catedral de Sevilla.
En 1949 se sabe que preparó la carreta de la Virgen D. Manuel González Carod, hermano de Valme, y que instalación eléctrica fue realizada por el electricista sevillano Antonio Albea, como era tradicional desde los años veinte. Hubo un gran número de carretas y caballistas que acudían a la Romería desde Sevilla, Alcalá de Guadaira, Coria del Río y Los Palacios; la fiesta de nuevo cobra importancia en los pueblos limítrofes.
El año 1950 fuer de especial importancia, ya que se inauguraron las reformas de la Capilla Sacramentas de la Parroquia, donde, como se sabe, recibe culto la imagen de la Virgen de Valme. Estas obras fueron: arreglo del retablo, ejecución de una Sagrario de plata y decoración de la cúpula y paredes con frescos. La Capilla reformada fue bendecida a las seis de la tarde de sábado 12 de octubre por el cardenal Pedro Segura y Sáenz, en el transcurso de una solemnísima ceremonia. En este año se celebró por primera vez un quinario en los días previos a la Romería, en vez de un triduo como venía siendo tradicional desde finales del siglo XIX.
Lo más destacado de la Romería de 1950 fue el incendio que se produjo en la carreta de la Virgen cuando fue encendido su alumbrado eléctrico. La imagen de la Virgen de Valme fue rápidamente sacada de la carreta y llevada a hombros por los hermanos hasta la Parroquia.
A raíz de este incendio, se cambiaron la fisonomía y el exorno de la carreta de la Virgen; en 1951, la carreta fue engalanada solamente con tullas salpicadas con unas enormes margaritas blancas. El conjunto no debió resultar muy afortunado y en 1952 se volvió al adorno tradicional que se mantiene, con ligeras variantes, hasta hoy en día.
Lo más destacable de 1951, es que el besamanos de la Santísima Virgen se traslada a la noche del sábado, una vez finalizado el Santo Rosario procesional por las principales calles del pueblo.
En 1953, la Virgen estrenó una jamuga de madera regalada por el tallista sevillano Manuel Cerquera y la cuantía de los premios asciende a cerca de diez mil pesetas.
Concluye así este período de la historia de la Romería de Valme, en el que se produjo una gran recuperación después de la fatídica década de los treinta. Volvieron a acudir a la Romería personalidades importantes de Sevilla, asistieron las infantas Dolores y Esperanza, se reformó la carreta de la Virgen hasta adquirir su fisonomía actual y, por último, se engrandecieron aún más los cultos previos a la Romería.
Consultar el resto de entradas de la serie: Romería de Valme: Origen y antecedentes , Romería de Valme: Las primeras Romerías (1894-1900), Romería de Valme: Años de decadencia (1901-1918), Romería de Valme: Años de esplendor (1919-1930), Romería de Valme: Las crisis de los años treinta (1931-1939), Romería de Valme: Nueva etapa de esplendor (1954-1973).
Fuente: Libro Romería de Valme (1894-1994) de Hugo Santos Gil de 1996.