El Blog de la Ciudad de Dos Hermanas
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Las haciendas de olivar de Dos Hermanas: Introducción (I)

En la Andalucía Bética se llaman haciendas de olivar o sólo haciendas, a las explotaciones agrícolas tradicionales, dedicadas al cultivo del olivo y la elaboración del aceite, aunque también suelen incluirse en la misma unidad otras actividades agrícolas y ganaderas. La edificación en las haciendas constituye un amplio conjunto más complejo y rico que la de los cortijos correspondiendo a sus distintas funciones de fabrica agrícola y al papel de residencia señorial que desarrolla temporalmente.

Las haciendas se localizan en un área geográfica reducida cuyos límites se sitúan a pocos kilómetros de la ciudad de Sevilla, en la zona oleícola del Aljarafe y la cuenca baja del Guadalquivir. Coincide su emplazamiento con el de numerosas alquerías y torres musulmanas, e incluso antiguas villas romanas, de las que son una consecuencia. Su construcción y uso alcanza el mayor esplendor en los siglos XVII y XVIII, prolongándose hasta principios del siglo XX, en que los cambios socioeconómicos provocan su total obsolescencia.

Como residencias de campo son manifestaciones del mismo fenómeno que se da a lo largo de la historia, en el que el poder urbano dominante dispone de retiros rústicos más o menos ligados a la actividad agrícola. En el caso sevillano es característica la ha vinculación de esta segunda residencia a la explotación de la tierra, de forma que el ideal en la oposición ciudad-campo, incluye asimismo un sistema de dominación económica de actividad agrícola. En la segunda mitad del s. XVII Sevilla pierde su hegemonía comercial con America así como su influencia cortesana, la actividad urbana está en bancarrota y el campo es la única inversión productiva a la vista; el lujo y la apariencia son además necesidades de esta sociedad que van a manifestarse en la tipología y la forma arquitectónica de las haciendas.

El momento cultural es excepcional, la edificación de las haciendas coincide con el auge del barroco, época sevillana de creatividad artística particularmente viva que produce así un modelo arquitectónico de gran valor.

Las haciendas de olivar constituyen un asentamiento importante en el medio rural que define el escenario arquitectónico de una gran parte del territorio que rodea la ciudad de Sevilla. Su arquitectura se considera el punto medio entre el manteniendo de las tradiciones romanas y árabes y la planificación de la villa moderna. En efecto, las haciendas mas importantes ocupan el territorio de antiguas alquerías, incluso mantienen el cultivo del olivar y la fabricación del aceite pilar importante de su razón de ser

Los dos grandes tipos de cultivo en la zona, con sus edificaciones, son las haciendas y los cortijos, separados por la dedicación de una manera genérica al olivo y al cereal. Pero la característica fundamental que los diferencia es cualitativa porque a la actividad al de la hacienda se debe en gran medida la riqueza de la explotación. El carácter industrial de la almazara y su rentabilidad en términos económicos, no están e relación con la extensión del territorio sino con la capacidad del molino que normalmente atiende las necesidades del entorno.

Aunque en los siglos XVI y XVII existían numerosos molinos en el territorio de Dos Hermanas, solo algunos se modernizan y son los que se transforman en haciendas con nuevas naves y dispositivos más potentes aunque del mismo tipo.

Las haciendas son conjuntos casi urbanos, densos, jerarquizados y muy poblados en el que se entrecruzan intereses cualitativos diversos y cuantitativamente importantes. Con flujos y descanso de los labores que soportan, las haciendas están perfectamente diseñadas para una utilización eficiente y sus manifestaciones externas son fácilmente reconocibles

La hacienda como edificación y como unidad de explotación es un conjunto cerrado y autosuficiente, quizás con unas reglas laborales y sociales muy estrictas al menos e la época de la recolección que ocupa los tres largos meses que el dueño permanece en la finca. En la hacienda y en especial en la época de recolección vivían varias familias (propietarios, caseros, encargados y gañanes) y servían de referencia religiosa y social al territorio cercano. Se celebraban los oficios religiosos, se hacían fiestas en la recolección y se invitaba a veladas de ocio a otros propietarios,

Son, pues tres unidades las que determinan la tipología que sirve de apoyo al aspecto formal y constructivo de las Haciendas: la almazara o industria de transformación de la aceituna, las dependencias destinadas a las labores agrícolas y las dedicadas específicamente a residencia y relaciones sociales. A cada actividad corresponde su propio espacio que se articula armónicamente, presentando diferentes soluciones formales que los usos y su jerarquía.

La edificación se articula alrededor de uno o varios patios, respondiendo a modelos tradicionales de la arquitectura civil y religiosa, de los que tantos ejemplos se encuentran en Andalucía. El número de patios depende de la extension serio y de la complejidad de las funciones que en él se realizan, pero el esquema más característico es el que se organiza alrededor de dos patios: el del señorío y el de labor.

En el patio del señorío se sitúa la vivienda principal, el señorío, que se utilizaba como vivienda familiar del propietario en verano y en época de recolección se ubica en el ala de mejor orientación y de más difícil acceso, destacando su portada refinada y los adornos barrocos al gusto de la época, así como la presencia dominante de la torre mirador. También es frecuente la solución simplificada de un solo patio alrededor del cual se organizan todas las dependencias presididas por el señorío, siguiendo el esquema característico que permite a través de concretas referencias formales, la localización de los distintos espacios. En éste modelo, que se corresponde con las edificaciones más antiguas y que no han sido transformadas o ampliadas, el caserío suele ser de pequeñas dimensiones.

La hacienda es autosuficiente para la ganadería, la vida diaria y las necesidades de la industria de la almazara. La hacienda necesita agua y no siempre existe el caudal tan abundante. Se usan grandes pozos con galerías bajo la noria y alberca con ingeniosos sistemas de distribución a cada uno de los patios a través de canalizaciones cerámicas, pozos en cada patio, abrevadero, aljibes y almacenamiento de aguas pluviales o incluso tinajas o pozos romanos.

También existe el corral, huerto y horno de el abastecimiento diario y el jardín privado del señorío.

Fuente: Las haciendas de olivar de Dos Hermanas de María Cruz Aguilar, Mercedes Gamero y María Parias.

Hacienda Ibarburu